jueves, 23 de mayo de 2013

Los mega-shows de la fe

Los verdaderos adoradores adoran a Dios en espíritu y en verdad, alabando a Dios con SALMOS, himnos y canciones espirituales, con gratitud en el corazón (Colosenses, 3: 16).

Se están levantando falsos adoradores, cantantes que hacen de la alabanza mega-negocios, mega-shows, profanando el nombre, infamando y difamando el camino.

En esos shows hay manifestaciones espirituales bizarras, atribuidas al Espíritu Santo, lo que es mentira y blasfemia. El Espíritu Santo tiene la majestad de Dios, porque es Dios. Estos son verdaderos mercaderes de los dones espirituales, estan vendiendo lo que les fue dado por la gracia del Señor. El Señor Yeshúa, verdadero Dios, en el cual habita corporalmente toda la plenitud (Colosenses 2: 9; 1: 19; Filipenses 2: 6). Los dones son para la edificación y perfeccionamiento del cuerpo (Efesios 4: 7-13). Las canciones de estos mercaderes contaminan el alma de los que las escuchan.

No apague el Espíritu de Adopción, no lo haga entristecer, no tente al Señor. ¡Huya!

Muchos de estos cantantes ya están condenados al infierno, ya no tienen el Espíritu de Adopción porque les fue quitado por el Señor. Por esta razón tienen manifestaciones espirituales bizarras. Ya no son hijos de Dios, perdieron la corona de la vida, la cambiaron por dinero y fama. Son profanos como Esaú, no permanecieron en la fe, fundamentados y firmes en la palabra de Dios.

El fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz (Santiago 3: 18). Paz: porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades (Efesios 2: 14-16). Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 1: 20).

Por lo tanto lo que ellos siembran son frutos de la injusticia. ¡Huya!

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