viernes, 21 de septiembre de 2012

Amen

Gócense y alégrense en ti, Yeshua, todos los que te buscan, Y digan siempre los que aman tu salvación: Engrandecido sea Dios (Salmo 70, 4). Tú has hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como tú? (Salmo 71, 19). Tu ley es perfecta, y restaura el alma. El testimonio del Señor es el espíritu de la profecía, es fiel y da sabiduría al sencillo (Salmo 19, 7; Apocalipsis 19, 10). Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre (Salmo 73, 26). 
El Espíritu y la Esposa dicen: יהוה, Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos, los que pervierten el camino de la justicia, y ponen tropiezos delante de los redimidos del Señor. En nombre del Señor Yeshua, el Mesías, rogamos, confiados en tu justicia y fidelidad. Amen.

Los malos serán trasladados al Seol, Todas las gentes que se olvidan de Dios (Salmo 9, 17). 

יהוה, Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, La venganza de la sangre de tu Ungido Yeshua que fue derramada. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Devuelve a las naciones impías en su seno siete tantos de su infamia, con que te han deshonrado, oh Dios. Amen. (Salmo 79, 6; 2 Tes. 2, 10; Salmo 79, 10; Hebreos 10, 29; Salmo 79, 12). 

Yeshua, bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios (Salmo 65, 4). Amen. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Yamim Noraim (Días Terribles)

Apocalipsis 3, 1-6; 3, 20.

En visión de la noche, teniendo al Señor a mi lado, fuimos a una casa de estudios (seminario) de los que son llamados para servir al Señor como pastores, misioneros, predicadores, ministros de música y educadores de la Sana Doctrina. La institución está en Recife, Brasil, y es de la denominación Bautista.
Había una reunión de personas (invitados "especiales"), yo estaba invitada por ser egresada del seminario, y el Señor estaba acompañándome. Entramos por el portón principal hacia dentro del complejo, entonces le dije al Señor: "¡Qué curioso! Cuando yo vine por primera vez, entré justo por este portón, por donde sólo entra la rectora e invitados especiales".
Entramos por el portón, pero el Señor no quiso pasar por la puerta especial de entrada en el edificio, por donde entran la rectora y los invitados especiales. Entonces fuimos a través del jardín, y yo me ensucié la mano derecha con barro, porque el jardín estaba siendo arreglado; y entramos por la puerta de un costado, por donde entran las alumnas, profesores y funcionarios. El Señor se me adelantó, entró en la reunión; la recepcionista le preguntó: "¿Es usted convidado especial?". Antes que el Señor pudiera contestar, ella chequeó la lista, y no lo encontró.
El Señor inmediatamente se fue triste y enojado. Lo alcancé después de lavar mi mano en una fuente del jardín que estaba seca, pero había llovido, y en este agua me lavé. Miré hacia la casa, y vi que sus puertas y ventanas estaban cerradas al Señor, y no se podía entrar de ninguna manera. Allí se practicaban fornicación y prostitución espiritual. Las alumnas se casaban y se daban en casamiento con los alumnos de la institución que está al lado, donde se forman pastores. Todo es un solo cuerpo.
En espíritu vi la iglesia de Sardes y la iglesia de Laodicea.

Yeshúa dice: Extraño he sido para mis hermanos (Salmo 69, 8). El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre (Salmo 69, 20-21). יהוה, Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos. Porque me consumió el celo de tu casa; Y las injurias de los que te ultrajan caen sobre mi (Salmo 69, 24, 27-28, 9)