El gobierno maldito

En Daniel profeta, el Señor dice por cuánto tiempo los anticristos gobiernan: Daniel 8: 9-14. Son dos mil y trescientos días. Durante cuarenta y dos meses gobiernan sentados en el trono de la serpiente. Y el falso profeta engaña a todos los que no se hallan escritos en el libro de la vida, durante los días de ese maldito gobierno.
Este gobierno tiene dos períodos, el dictador solo se sentará en el trono de la serpiente después del atentado a su vida, en cuyo trono ya está sentado el falso profeta. Entonces su verdadera identidad quedará expuesta. Pero los que rechazan los mandamientos y desprecian las palabras del Santo Hijo del Altísimo no entenderán, no se darán cuenta, porque para ellos envió Dios la operación del error. Terrible cosa es el desprecio a la biblia. 2 Tesalonicenses 2: 8-12.
Hay una esperanza para los humildes: todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Hechos 2: 21). Yeshúa, sálvame! Y todos los que fueren salvos serán duramente perseguidos, odiados, por causa del Nombre Yeshúa. Muchos serán degollados, pero al perder su vida por no negar el Nombre, la encontrarán. El que negare el Nombre para salvar su vida, la perderá, será lanzado en el infierno, y después en el lago de fuego y azufre. 
El falso profeta es más peligroso que el dictador, porque conoce la biblia más que muchos pastores, e inclusive rabinos. Este inicuo es hábil en el arte del engaño, torciendo la palabra del Altísimo. Él es diestro en el manejo de la espada del dragón, la antigua serpiente. Esta espada es la palabra de Dios tergiversada y torcida: Mateo 4: 1-11; Génesis 3: 1-5. Las señales y milagros satánicos en sus manos serán prosperados. Todo lo que se llama diablo y satanás es anticristo. Por lo tanto, este gobierno es del infierno, porque esta generación incrédula pisoteó la Sangre del Hijo del Dios Vivo. ¡AY, AY, AY de los moradores de a tierra! Apocalipsis 12: 12. Son dos mil y trescientos días. 
Imagine el vaticano instalado dentro del tercer templo; y en el monte del templo, sobre la roca, el trono del papa. Mateo 24: 15.