He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia (Job 28: 28).
El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco (Proverbios 8: 13).
Nuestros labios no deben pronunciar los nombres de dioses falsos (Salmo 16: 4).
Cuando invocamos el Nombre del Señor, somos salvos de nuestros enemigos. Salmo 18: 3; 56: 9.
El Señor por amor a su nombre nos guía por el camino de la justicia y nos encamina. Salmo 23: 3; 31: 3.
La confianza en su Santo Nombre alegra nuestros corazones. Salmo 33: 21; Juan 16: 22.
El Señor, en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de la cruz. (Filipenses 2: 8). Y aunque era Hijo, por lo que padeció, aprendió la obediencia y es el autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.
Por la obediencia del Señor, la gracia reina por la justicia, para la vida eterna mediante Yeshua Mesías. (Romanos 5: 21). Los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por uno solo - Yeshua - real sacerdocio. (Romanos 5: 17).
Por el sacrificio del Señor vino la gracia a todos los hombres, para la justificación que solo se alcanza por el arrepentimiento, que es el retorno a la sensatez. (2 Timoteo 2: 25, 26). El arrepentimiento remueve el velo del entendimiento y abre la puerta para que el Señor entre en el corazón. Por el arrepentimiento y el retorno a la sensatez somos librados de los lazos del diablo.
Por la obediencia del Señor nos tornamos justos (Romanos 5: 19), y el justo por su fe vive. La fe obra por el amor (Gálatas 5: 6). Sin amar a Dios en primer lugar, la fe no tiene frutos, es muerta. Los que aman a Dios como Él quiere ser amado, también amarán a su prójimo como a sí mismos. Obedeciendo la ley y los mandamientos permanecemos en el amor, porque el pecado es la transgresión de la ley (1 Juan 3: 4). Por la obediencia la fe es consumada. Yeshua consumó la fe obedeciendo. Pues la fe opera junto con las obras que la ley demanda.
Deuteronomio 6: 24, 25. Santiago 2: 14-22. Salmo 25: 12-14.