miércoles, 11 de diciembre de 2013

La Justicia de Dios

Juan 3: 16, 1 Corintios 1: 30,31; Isaias 53.

Porque de tal manera amó Dios al mundo que envió a Su Hijo Ungénito para ser traspasado por nuestras transgresiones y molido por nuestras iniquidades, tomó sobre sí nuestras enfermedades y nuestros dolores llevó sobre sí.
El castigo de nuestra paz estaba sobre Yeshúa, y la voluntad del Eterno prosperará en Sus manos.

El Señor nos justifica a nosotros, que en Él creemos, porque Él llevó sobre sí nuestra iniquidad; somos el fruto de la cruz.
Somos del Señor Yeshúa el Mesías, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención, para que nos gloriemos en el Señor.

La justicia de Dios es el escándalo de la cruz: el Mesías crucificado y resucitado. 

Nuestra fe está fundada en el poder de Dios. Abraham creyó en el poder de Dios, y por esto su fe le fue imputada para justicia. Génesis 15: 6; Romanos 4: 3; Gálatas 3: 6; Santiago 2: 23.
La fe opera juntamente con las obras, que son la obediencia a las leyes, a los mandamientos, a los estatutos y juicios. Es por la obediencia que nuestra fe es perfeccionada: Santiago 2: 22. 

El Señor dice que somos sus amigos si hacemos lo que Él nos manda: Juan 15: 14. Abraham fue llamado amigo de Dios. El Señor es Dios, verdadero Dios. 

El Día del Señor es el sábado.

Los animales declarados inmundos por Dios no coma ni toque sus cadáveres; por un sandwich de jamón no sea como Esaú. 

El Señor nos está dando avisos de acontecimientos, que son señales de que el arrebatamiento es eminente.
Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis (Juan 14: 29). 

Solamente los limpios de corazón verán al Señor, confíe en la justicia de la cruz; obedezca la ley y los mandamientos: la obediencia perfecciona la fe. Los que aman al Señor, obedecen, y son limpiados por Dios: Juan 15: 2. 

Amén.  

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