martes, 17 de diciembre de 2013

El poder de la justicia por medio de la Sangre

Romanos 5: 9; Efesios 1: 7; 2: 13; Colosenses 1: 20; Hebreos 9: 12; 13: 20; 1 Pedro 1: 2; 1: 19; 1 Juan 1: 7; Apocalipsis 1: 5; 5: 9; 7: 14; 12: 11; Mateo 26: 28; Marcos 14: 24; Lucas 22: 20.

Por medio de la Sangre del Cordero y del testimonio del amor al Señor, el satanás que nos acusa delante de Dios es lanzado fuera.

No hay mayor testimonio del amor al Señor que la obediencia de la Torá. Los que obedecen son rociados con la Sangre de Yeshúa el Mesías (1 Pedro 1: 2).

Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Lucas 22: 20). 
Estando ya justificados en Su sangre, seremos salvos de la ira. 
En el Señor tenemos redencion por su sangre, el perdón de pecados. Por la Sangre hemos sido hechos cercanos a Dios, reconciliados. 
Por Su propia Sangre, entró una vez para siempre en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 
Por la Sangre del pacto eterno, el Dios de Paz resusitó de los muertos a Yeshúa el Mesías, el gran pastor de las ovejas. 
Los que obedecen son rociados con la Sangre de Yeshúa el Mesías. Fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir con la Sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. La Sangre nos limpia de todo pecado, el Señor nos lavó. Con Su Sangre nos ha redimido para Dios. En Su Sangre hemos emblanquecido nuestra ropa: obediencia. La hemos lavado cuando decidimos vivir en santidad y en el camino de justicia: obediencia

Apocalipsis 12: 10, 12; 1 Pedro 1: 2
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte... Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Yeshúa el Mesías.

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