miércoles, 5 de junio de 2013

La armadura de satanás

Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí (Génesis 3: 10).


Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti (miedo) (Génesis 12: 11-13). 

Entonces Moisés tuvo miedo... (Éxodo 2: 14).

Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac... No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros (miedo) (Números 13: 28, 31).

Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa (Marcos 3: 27). Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa (Mateo 12: 29). Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín (Lucas 11: 21, 22). 

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz (Marcos 4: 22). 

Por lo tanto, la armadura de satanás es el ESPÍRITU DEL MIEDO.
Siga la instrucción del Señor: Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa (Mateo 12: 29). 

La obra de la fe es la confianza en el Señor Yeshúa, y es la obediencia a toda su instrucción. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino ESPÍRITU DE VALOR, DE AMOR Y DE DOMINIO PROPIO (2 Timoteo 1: 7). Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan (Mateo 11: 12). Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21: 8). 

No está bien favorecer al culpable, desviando al justo en el juicio (Proverbios 18: 5). 

¿Seguirá usted siendo cobarde? 

Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti (2 Timoteo 1: 6). 

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor (Yeshúa), será salvo (Joel 2: 32). 

Consumado es. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.