Yo le dije: Señor,
tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran
tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero (Ap. 7: 14).
Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho
al árbol de la vida, y para
entrar por las puertas en la ciudad (Ap. 22: 14).
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios (Ap.
2: 7).
Acordaos de la ley de Moshé mi siervo, al cual encargué en
Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel (Malaquías 4: 4).
Israel dio a luz a la Iglesia del Mesías (Ap. 12: 5). Honra a
tu padre y a tu madre (Ex. 20: 12), el padre es Dios y la madre es Israel
(Romanos 11: 17-20).
Si anduviereis en
mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra (Lev. 26:
3), así es como lavamos nuestras ropas, obedeciendo de forma incondicional las leyes
de Moshé.
El Señor no vino a anular la ley, porque es perpetua, inmutable de eternidad a
eternidad.
El Señor nos lavó en su sangre; expió nuestras almas conforme la ley.
Sin sangre no hay expiación (Hebreos 9: 22; Lev. 17: 11); pero nosotros lavamos
nuestra ropa en su sangre. Esa es nuestra
responsabilidad, lavar nuestra ropa en su sangre.
El Señor dijo a sus discípulos: Ya vosotros
estáis limpios por la palabra que os he hablado (Juan 15: 3). Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y
ellas son las que dan testimonio de mí (Juan 5: 39). Las palabras del Señor son
las Sagradas Escrituras, de Bereshit (Génesis) a Itgalut (Apocalipsis o
Revelación). Volver al primer amor es la obediencia de la ley de Moshé, son 613
preceptos. Sin obediencia nadie permanece en las palabras del Señor. Y quien no
permanece, no tiene la palabra de Dios, que es el testimonio de Yeshua Imanuel
Mesías, no lavó sus ropas en la sangre del Cordero.
El Señor dice: la salvación es por la fe que es en mí (Juan
11: 25). Obedeciendo la ley de Moshé confirmamos nuestra fe.
En los días de Pesaj (pascua) es mandamiento no tener fermento
en la casa. El fermento es la hipocresía. La casa somos nosotros, morada de
Dios en espíritu. Nuestro Pesaj es el Mesías, si en Él estamos.
Los que se dicen a sí mismos creyente y discípulos del Mesías,
y tienen desprecio por la ley de Moshé, son hipócritas.
El fin de todo el discurso
oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo
del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa
encubierta, sea buena o sea mala (Eclesiastés 12: 13, 14).
(Para más detalle, ver texto
publicado anteriormente: “Guardar y cumplir los mandamientos de Dios”)
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