viernes, 27 de julio de 2012

El Señor dice: BREVE, EL SEÑOR SERÁ ENCONTRADO EN AQUELLOS QUE LO BUSCAN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD


La gracia

La gracia se derramó en tus labios (Salmo 45, 2). De la abundancia del corazón habla la boca (marcos 7, 21-22; mateo 15, 18-19).  
El Señor nos tiene hablado en los evangelios por su propia boca. El Señor dice: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir (Mateo 5, 17).
Solo por la justicia que es de la fe, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos cumplir la ley del Reino de Dios que es espiritual. (Romanos 7, 14).
Por lo tanto, la ley, los preceptos, los juicios del eterno es la gracia; porque esto es la boca del Señor habló.
El juicio es la confrontación del pecador con la palabra del Señor.
Habiendo sido redimidos, somos encontrados pecadores. (Gálatas 2, 17).
Por la fe, confirmamos la ley. (Romanos 3, 31). El juicio comienza por la casa de Dios (1 Pedro 4, 17).



El milagro más grande (Juan 3, 3-6)

Cuando el Eterno, por la predicación del evangelio, llama al pecador al arrepentimiento, y éste se arrepiente, aceptando por la fe el sacrificio del Señor para el perdón de los pecados, por el poder de Dios ocurre éste gran milagro.
La persona arrepentida nace de nuevo; del agua y del espíritu de Dios. El Señor en sus brazos recibe al recién nacido, que exclama su primer palabra cuando mira al Señor: Aba (papá). (Romanos 8, 15; Gálatas 4, 6).
El Señor circuncida el corazón del recién nacido; y con fuego imprime su ley en la mente y en el corazón; y lo sella con el Espíritu Santo. (Colosenses 2, 11; Romanos 2, 29; Hebreos 8, 10; Gálatas 4, 5).
El Señor dice: el que creyere y fuere bautizado será salvo. (Marcos 16, 16). Es el Señor quien bautiza con el Espíritu y con el fuego. (Lucas 3, 16; Mateo 3, 11).
Esto es espiritual. El Señor dice: bienaventurado son los que no vieron y creyeron. (Juan 20, 29). Por el bautismo en las aguas, o con aguas, nadie se salvará. Por la fe creemos, porque así esta escrito en los evangelios.


Tiempos peligrosos

En visión de la noche, el Espíritu del Señor me mostró una congregación; había mucha gente esperando el rito más importante que en ese lugar se practicaba. Nadie estudiaba la palabra, nadie enseñaba y nadie predicaba el evangelio. Lo más importante era la ceremonia del rito y el rito mismo, que todos ansiosamente aguardaban. Cuando llegó la hora, todos como una avalancha entraron y tomaron sus asientos. El que dirigía la reunión dio inicio al rito.
Uno a uno, iban pasando delante de un pequeño altar, poniendo peticiones escritas en trozos de papel; el dirigente los echaba dentro de una especie de canasto metálico con fuego adentro.
El humo iba subiendo y todos oraban creyendo que así, por el humo, sus oraciones llegaban hasta los oídos del Eterno. Lo último que pusieron en el fuego fue un atado de rosas blancas, el cual no se quemó, porque el fuego se estaba extinguiendo.
El Señor dice: estas prácticas son abominables. Esto es idolatría; es satanismo; es sincretismo religioso. Me da asco.


La diferencia entre el oyente y el discípulo (Parábola del sembrador: Mateo 13, 1-23)

El Señor dice que a los discípulos les ha sido concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a los oyentes no les ha concedido. Por esto el Señor les habla por parábolas; porque viendo no ven y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane (Mateo 13, 14-15).
El Señor dice que los discípulos son bienaventurados porque tienen ojos que ven y oídos que oyen. Al que tiene, más se le dará y tendrá en abundancia. Pero al que no tiene (ojos que ven y oídos que oyen), aún lo que piensan tener se les será quitado. Ni todos los que están bautizados; ni todos los que se congregan; ni todos los que son miembros de iglesias son discípulos. Muchos son oyentes. El Señor dice que es por el fruto que se conoce el árbol.
El Señor dice que los oyentes son aquellos que andan atrás de todo viento de doctrina que se levanta, porque tienen picazón en los oídos (curiosidad) y no se firman en la verdad. Por esto mismo, Dios les envió el Espíritu del error que es la gran apostasía.
De esta manera está el Señor Yeshua Hamashiaj separando la cizaña del trigo, porque el trigo son los verdaderos discípulos. El Señor dice: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís (Marcos 4, 24).
La palabra de Dios dice: quien ama al Señor, odia al maligno.
En el arrebatamiento de la iglesia, los discípulos serán llevados, y los oyentes serán dejados.
El Señor dice que todos aquellos que están enseñando preceptos de hombres como doctrina, blasfemias y herejías diciendo que es palabra del Señor; la parte de ellos es con los hipócritas, donde habrá llanto y crujir de dientes. (Mateos 25, 24).
El Señor es duro, es inflexible; es quien cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció.
El Señor dice: Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará. (Lucas 8, 18). 

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor (Yeshúa), será salvo (Joel 2: 32). 

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