jueves, 20 de septiembre de 2012

Yamim Noraim (Días Terribles)

Apocalipsis 3, 1-6; 3, 20.

En visión de la noche, teniendo al Señor a mi lado, fuimos a una casa de estudios (seminario) de los que son llamados para servir al Señor como pastores, misioneros, predicadores, ministros de música y educadores de la Sana Doctrina. La institución está en Recife, Brasil, y es de la denominación Bautista.
Había una reunión de personas (invitados "especiales"), yo estaba invitada por ser egresada del seminario, y el Señor estaba acompañándome. Entramos por el portón principal hacia dentro del complejo, entonces le dije al Señor: "¡Qué curioso! Cuando yo vine por primera vez, entré justo por este portón, por donde sólo entra la rectora e invitados especiales".
Entramos por el portón, pero el Señor no quiso pasar por la puerta especial de entrada en el edificio, por donde entran la rectora y los invitados especiales. Entonces fuimos a través del jardín, y yo me ensucié la mano derecha con barro, porque el jardín estaba siendo arreglado; y entramos por la puerta de un costado, por donde entran las alumnas, profesores y funcionarios. El Señor se me adelantó, entró en la reunión; la recepcionista le preguntó: "¿Es usted convidado especial?". Antes que el Señor pudiera contestar, ella chequeó la lista, y no lo encontró.
El Señor inmediatamente se fue triste y enojado. Lo alcancé después de lavar mi mano en una fuente del jardín que estaba seca, pero había llovido, y en este agua me lavé. Miré hacia la casa, y vi que sus puertas y ventanas estaban cerradas al Señor, y no se podía entrar de ninguna manera. Allí se practicaban fornicación y prostitución espiritual. Las alumnas se casaban y se daban en casamiento con los alumnos de la institución que está al lado, donde se forman pastores. Todo es un solo cuerpo.
En espíritu vi la iglesia de Sardes y la iglesia de Laodicea.

Yeshúa dice: Extraño he sido para mis hermanos (Salmo 69, 8). El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé. Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre (Salmo 69, 20-21). יהוה, Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos. Porque me consumió el celo de tu casa; Y las injurias de los que te ultrajan caen sobre mi (Salmo 69, 24, 27-28, 9)

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